NUNCA  FUERON  GANGAS

Vengo refiriéndome, en anteriores comentarios en esta revista, a hechos y acontecimientos en mi pueblo de Castil de Vela, que dejan evidencia de cómo se vivía en aquellos tiempos de principios del siglo pasado. Con ello permitiremos a los mas jóvenes a que conozcan aquello y lo contrasten con la vida actual.
Hoy me voy a referir al principal medio de trabajo en el campo: “los animales”.
Eran las mulas principalmente y algunos machos los que proporcionaban la fuerza motriz de todo el entramado de las labores del campo, hoy sustituida en su totalidad por los tractores y otras máquinas. Los caballos y las yeguas tenían otras consideraciones y a veces otros cometidos, en ocasiones eran utilizados de forma mixta. Los bueyes y vacas de trabajo en el tiempo al que me refiero nunca fueron utilizados, parece que muchos años antes tambien prestaron esos servicios.
La compra de una mula, o lo mas normal el par de mulas, – ya que así se solía hacer, ppara que ambas tuvieran características de máxima igualdad,- solía ser un acontecimiento, no solo familiar, sino de toda la comunidad vecinal, que se reunía a verlas y en su caso a admirarlas, cuando por sus condiciones de pelaje, edad, y similitud de apariencia las hacía admirables.
No puedo menos de recordar, que en esta selección de “pares de mulas excepcionales”, se destacaba el pueblo de Tamariz de Campos.  Cuantas veces nos acercamos a quienes trabajaban próximos a nosotros, al otro lado de la raya que divide a los dos pueblos. División que a su vez  lo hace de las provincias de Palencia y Valladolid. Nos acercábamos para admirar y a veces envidiar lo “elegante” que nos parecía trabajar con un par de mulas tan impresionantes. A veces se hicieron comparaciones que parecen hoy sarcásticas, pero que en aquellos tiempos era tanto el entusiasmo de un buen par de mulas, que todo lo hacía comprensible.
Debo decir como información, para quienes desconozcan aquello, de la compra de mulas, que los precios eran enormemente elevados, por lo que tambien la enfermedad o muerte de una mula era un drama difícil de superar, muy próximo a la muerte de una persona.
Puedo aportar este dato de comparación: En el libro que conservo de mi padre, en el que reflejaba todos los datos propios de un labrador, figura la compra de una mula con esta reseña: “compra de una mula de 30 meses, el 5 de octubre de 1951, por la que pagué 24.000 pts”. Esto equivaldría, por la referencia oficial que da el Instituto Nacional de Estadística del IPC. de estos 50 años a 6.390 m actuales, (1.063.200 Pts). Muchisimo si comparamos ademas el bajo nivel de vida de entonces. Esa era una de las causas de tanta admiración a las que teníamos que suponer habían costado quizá mucho más.
Voy a contar un hecho relacionado con este tema:
Acompañando un día a mi padre por Medina de Rioseco, se nos acercó el conocido gitano Kuto, que era habitual colaborador del  famoso tratante de ganado Tejerina, cuya cuadra era admirada por todos los labradores del contorno y origen de muchos de los admirados pares de mulas a que me he referido.
El tal Kuto, se nos acercó y con su gracejo de gitano, y su condición imnata de tratante y vendedor de todo, se dirigió a mi padre así: “Don Izaia, le quería ver, para ofrecerle un caballo  que tiene ahora Tejedina en su cuadra, que es,»una ganga”. Le enumeró las excepcionales características, y a cada una de ellas la apostillaba con: “es una ganga”, Nos acompañó mucho rato, mientras hacíamos los encargos propios de cuando se iba a Rioseco. Mi padre le escuchaba sin contrariarle en sus entusiasmados elogios y excelencias del equino y sin cortarle en su insistente coletilla, «“es una ganga”».
Cuando mi padre consideró oportuno cortar con todo aquel  innumerable  relato de elogios, excelencias y de oferta generosa, le dijo: KUTO, UN TIO MIO ME RECOMENDÓ:”CUANDO TE OFREZCAN UNA GANGA, MUY GANGA, MUY GANGA, MUY GANGA, DÉJALA QUE NO ES GANGA”.
Así y de forma radical concluyó la oferta y el seguimiento que nos hizo y creo que la ilusión, que el silencio de mi padre le había hecho concebir la confianza de estar consiguiendo su objetivo, “tenerle convencido para la venta”.
Muchas veces he pensado que sería buena recomendación para tantos incautos que se dejan timar, por las ofertas de “gangas”, como conocemos por los medios de comunicación.
Hoy puedo aconsejar yo tambien, lo que mi padre le dijo a Kuto: cuando os ofrezcan, “una ganga, muy ganga, MUY GANGA, DEJADLA QUE NO ES GANGA”.

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