HISTORIA DE, ¿CÓMO NOS CONOCIMOS?
He reparado siempre en contar esto por ser muy personal. Pero dada mi edad ya muy avanzada y que se me van acabando los temas que me propuse contar del pueblo, voy a contarla, porque me parece bonita aun que sea privada.
Cuando se hacen entrevistas a famosos que tienen pareja, es pregunta obligada preguntarles, y ¿vosotros cómo os conocisteis? Hay respuestas simpáticas, curiosas, peregrinas y que asombran. Yo, creo que puedo contar la mía que es extremadamente curiosa y premonitoria.
Sucedió el día de San Pedro, 29 de junio de 1951, que estando en casa de unos tíos en Gatón de Campos me disponía a regresar a mi pueblo Castil, a caballo (bien equipado con montura), amenazaba el tiempo una tormenta, (entonces llamado nublado), parecía que inmediata, yo no estaba dispuesto a retrasarlo, era por la tarde y de hacerlo se me podía hacer de noche. Entonces opté por variar el camino de regreso, en vez de ir directo de Gatón a Castil, que hay 6´5 km.

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Alargaba el camino haciéndolo pasando por Villabaruz, que eran unos 8´5 Km. pero me permitía de sorprenderme la lluvia, echar una carrera y cobijarme en ese pueblo y si lo sobrepasaba hacerlo para llegar a Castil. Sucedió que llegando a Villabaruz, empezaba a llover de tormenta, me cobijé en el cobertizo a la entrada de la iglesia, esperando pasase el chaparrón. Fue intenso pero corto, pasó enseguida, sin garantizar que se pudiera repetir, entonces empecé a ver vecinos del pueblo, pasó un joven conocido mío que visitaba mucho mi pueblo por tener una hermana casada en él y me reconoció, se acercó a saludarme y viendo que la tormenta no había terminado, me ofreció recoger el caballo en una cuadra y que le acompañara. Acepté la oferta, como única alternativa y me fui con él. Pronto me presento a otros amigos y compañeros de él, jóvenes del pueblo.

Les seguí sin saber donde me llevaban, enseguida me vi muy sorprendido porque estaban preparando una merienda de toda la juventud, en la casa de tres hermanas de las que componían el amplio grupo, allí estaban todas las jóvenes haciendo los preparativos de la merienda, que tenía el aspecto como si de una boda se tratara, tanto en la decoración como los utensilios, cubertería y vajilla, etc, etc. Todas las chicas estaban colaborando en esa preparación, entraban y salían del lugar de la celebración de la merienda, algunas se ocupaban de los alimentos que iban a ofrecer, todo con buena presentación y exquisitos manjares. Yo me sentí abrumado al ver a que me invitaban, no conocía más que al chico que me introdujo en aquel ambiente festivo y juvenil y a otro joven forastero.
Me empezó a presentar a las chicas una por una, según entraban en el salón, a cada una la hacía la presentación con distintas palabras de elogio hacia mí, me sentía un poco abrumado, cuando ya había conocido a bastantes, me acerqué y le pregunté, por qué no había reconocido a la única de la que tenía referencias elogiosas que la destacaban de las demás, por las informaciones que nos daba uno quinto y amigo mío de Castil, que tenía parte de sus tierras de labranza en ese pueblo, por lo que pasaba allí periodos de trabajo y se daba la circunstancia de tener la era en verano lindando con la del padre de esa chica, nos contaba que cuando con su hermana iban de visita a ver a los hermanos en la era, las veía con admiración.
Le digo al oído: “¿no me has presentado a Josefa?” dice “no ha entrado”. Cuando esta entró, la llamó y le dijo, lo que para mí fue una indiscreción:””mira Josefa, este pregunta por ti””. Los colores se me subieron a la cara y no recuerdo si me quedé sin palabras que decirla, me limité a completar el saludo.
En la mesa todos estaban emparejados, a mí como es natural, me pusieron con una chica que sobrepasaba la juventud de las demás, que acepté y agradecí porque era mi deber y me dio una conversación muy agradable, lo pasé bien, era muy simpática.
Al final de la merienda, vinieron los cánticos en conjunto e individuales, a mi me lo pidieron y lo acepté, al terminar, parece que a la dueña de la casa, que lo oyó desde fuera, le gustó e hizo un comentario, refiriéndose a sus tres hijas, relacionándolas con aquello que le había gustado, pronto hubo quien habiéndola oído, confidencialmente me lo trasmitió, al saberlo lo consideré un gran elogio.
En el baile que siguió a continuación, le pedí permiso a mi pareja para tener un baile con aquella por la que pregunté, que estaba emparejada con un amigo mío de otro pueblo, hable con los dos y con el baile acabó todo.
Segunda parte: Casi dos meses después, estábamos paseando por Villarramiel en la fiesta de San Bartolo, 24-de agosto de 1951, varios de Castil y me dice uno, “mira por ahí están las chicas de Villabaruz”, paseaban a corta distancia de donde estábamos nosotros, refiriéndose a la chica ya citada, dice: “esta la hija pequeña del……”, había en aquel tiempo un apelativo por el que se la conocía más que por su nombre. Yo intentando reconocerla, que no lo tenía muy seguro, miré, observé y por fin supe quien era.
En los paseos, me hice el encontradizo, las saludé y las propuse acompañarlas a las dos amigas, que me aceptaron, con lo cual seguimos paseando por la zona de la Plaza del Corro. En la primera mesa de juegos y puestos de diversión, había una ruleta con premios, de distintos objetos y cosas de regalo si acertabas el número. Me dirijo a ella en especial y en tono de broma, la digo, “quiero saber qué suerte me darías tú”. La invito a tirar a la referida ruleta y el primer número que sale tiene un regalo que es: “una imagen de escayola de un corazón de María”. Imagen de unos 30 cm. y uno de los principales, con otros de peluches y muñecas. Aquello no pudo ser más efectivo para facilitarme la conversación y las bromas que le podía tomar. A partir de ese momento, mi tema principal fue, “Tú me das suerte”, pero no es con el Corazón de María, mis deseos son que: “me toque otro, el corazón de J…”. Aquello me ayudó a ser divertido con las bromas que me permitió argumentar.

Llegado el momento del baile, yo ahora no recuerdo como conseguí la invitación, para ser recibido en el baile del Casino, para el que era necesario “Invitación”, era el lugar de la gente distinguida del pueblo de Villarramiel, la conseguí, estuvimos en él hasta bien entrada la noche, pasándolo estupendamente. Aquello dejó huella en mí, me hizo estar pensando en aquella velada los días siguientes.
Como era verano, serían las 23h, cuando a ellas, todas las chicas que fuero en carro, volvían al pueblo llevadas por el hermano de alguna de ellas, y yo en bicicleta, con los demás de Castil que asistimos a esa fiesta, acabamos un día para mi, histórico en mi vida, aun que aquello tardase unos cinco años en formalizarse, pero fue el inicio del posterior y único noviazgo y después matrimonio en que se convirtió. Es por ello que respondiendo a mi inicial pregunta, de ¿Cómo os conocisteis? Primero: “Con motivo de una tormenta”. Y 2º ¿Cómo vistes una predestinación en ese premio de barraca de feria, con un corazón de María?”,….Porque lo presentí así, e incluso pedí al cura de Castil, con quien tenía una muy buena amistad, me “bendijera aquella imagen”, para tenerla como mi patrona el resto de mi vida.
Resumen: El 21 de abril de 1956, le pedí relaciones formales que me aceptó, después de haber pasado los cinco años, que usé de escusa para esperar, porque éramos jóvenes, aun que nos vimos periódicamente, con la limitación que nos ponían los jóvenes de su pueblo, que si iba dos domingos seguidos al tercero me pedían la cantarada, (costumbre que había en su pueblo, de un pago para los forasteros que buscaban novia en él), cosa que tuve que hacer cuando decidimos formalizar nuestra relación. Los dos habíamos nacido el mismo año 1933. Y el 16 de septiembre de 1960 nos casamos en la iglesia de Santiago de Valladolid.
Espero que esta historia personal que me he atrevido a contar, no sea motivo de censura por la privacidad que yo mismo no he guardado, sino sea vista como un relato bonito que termina en un sentimiento de amor real que todos puedan ver y que a mí como protagonista me hace sentir satisfecho. Aclaro que lo he contado sin añadir nada de fantasía, tal como sucedió.

Francisco Delgado Sahagún