A SOLAS FRENTE A UN TORO – I

    Me van a permitir que haga honor al título de esta revista, LA SOLANA. Este nombre se daba antiguamente, a las hoy casi desaparecidas, tertulias que en invierno se hacían en lugares expuestos al sol. En mi pueblo de Castil, había un lugar en la mañana en los soportales de la plaza y otro de tarde en el denominado «Rincón de la Iglesia», con vista a la carretera que va a Medina de Rioseco. Los pocos vehículos que por ella circulaban se les divisaba cuando llegaban muy lejos y se hacían cábalas sobre quienes eran, ya que se conocía  muy bien a los pocos que entonces pasaban por allí.
Ya  señalé en un comentario anterior, los temas de los que se hablaba en las tertulias de aquellos tiempos. Se contaban relatos propios o ajenos, unos veraces, otros con poco o mucho de inexactitud  pero que dependiendo de quien los contaba los hacían interesantes, había quien por la gracia que ponía a sus relatos, además de escucharle con atención, se le hacía repetir con frecuencia aquel que se le oyó en ocasión anterior, sobre todo si en la audiencia había nuevos oyentes.
Como si estuviéramos en la solana  a la que me refiero, hoy me atrevo a contar, “mí relato“:
Fue el año 1956, en las praderas en ambas riberas del río Aguijón, perteneciente al caserío de Villalinvierno, en término de Castil de Vela, pastaban las vacas y crías de la ganadería brava de los Hnos. Molero, con origen en la finca de Castilviejo de Medina de Rioseco. Tenía en esas fechas las vacas madres con los ternerillos que nacían en esos terrenos.
Un día que araba yo en la finca del «Costal de Harina», lindante con dicha pradera y en los límites de Castil con Belmonte, la vacada estaba  en las inmediaciones, no existía ningún sistema de separación. – En otro momento explicaré el origen que dio nombre a la finca en la que me encontraba arando.-
Sucedió que, entre las vacas había un semental, que me enteré había sido traído expresamente para esa función, de la acreditada ganadería de Sánchez Cobaleda  de Salamanca. Como es natural dicho ejemplar, de capa berrendo, tenía tamaño y cornamenta propios a la misión para la que estaba allí. Mientras yo me ocupaba en mi trabajo, observé que el citado toro iba de un lado para otro olisqueando a las vacas que estaban en condiciones de recibir sus servicios, como no encontraba la receptividad que pretendía, se movía como nervioso y excitado. En un momento se acercó hacia mí, llegando hasta el mismo linde de la finca, le observé encarado y mirándome, siendo que la distancia  no sería de más de 15 ó 20 mts. pase junto a él con mucha preocupación, cierto miedo y evitando cualquier movimiento que pudiera llamarle mas la atención. Cuando llegué al otro extremo de la finca, dejé el ganado y marche al caserío que esta a 1´5  Km. de distancia. Es necesario decir que en todo el contorno no existía ni árbol, ni lugar donde resguardarse de un posible ataque o embestida del toro.
Avisado el vaquero, este me tacho de cobarde y miedoso, me aseguraba que no hacía nada  si no me metía con él. De regreso al lugar, pudo comprobar  dicho encargado del cuidado de las vacas, que había entrado en la finca y había corneado la tierra arada y al acosarle para que saliera, le hacía frente a él, que con su ágil caballo pudo esquivarle y  pudo alejarle de la finca.
Cuando volvió ha hablar conmigo, me confirmó que ciertamente había sido muy peligroso para mí y el ganado con el que trabajaba,  incluso en la vuelta anterior a la que me vi obligado a avisarle ya tuve mucho peligro. Retiró la acusación que me había hecho de cobarde y miedoso y creyó había sido arriesgada mi resistencia y valiente en mi comportamiento.
Esta fue mi primera experiencia de verme ante un toro de casi 600 Kg. sin burladero, barrera ni subalterno que me amparase. A solas frente a frente a un toro.
Aseguro haber contado este relato sin añadidos ni exageraciones. En el próximo relato, contaré y demostraré  con documento, mi actuación en Las Ventas de Madrid.

toro-que-me-amenaz.
Cuando fue publicado este relato en la revista,-La Solana-, se acompañaba de una foto de un toro, en nada parecido al del relato que comento. He querido mostrarle aquí y ahora con un toro que represente aquel que tuvo intención de envestirme. Con la misma capa de berrendo, con el mismo volumen o peso, y con idénticas características. Creo que quien se imagine la situación de peligro que tuve, no comparta las primeras calificaciones del vaquero, de “cobarde y miedoso” y de las que luego se disculpó viendo el MUCHO PELIGRO que ya había tenido. F.D

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