Al inicio de mis relatos, allá por los años 1998, escritos únicamente para la revista La Solana, me comprometí a contar las cosas de Castil que se decían en el Rincón de la Iglesia, la tradicional solana del pueblo en invierno. Los comentarios que allí se hacían, se nutrían de todo tipo de asuntos generales del pueblo, de experiencias interesantes de los asistentes, que solían ser de unas 12 ó 15 personas, que eran casi tantos como los habitantes a fecha de hoy, se contaba de todo y de otros hechos conocidos. Era una manera de entretenimiento muy ameno. Nos disponíamos a que los contertulios futuros lo conocieran, sin prever que en el futuro siglo XXI, ya no habría contertulios, o que lo supieran los habitantes de ahora, que resultan ser tan pocos. Si la revista ya no se edita que llegaba a los pueblos vecinos la historia o relato se acababa. Por contra lo están conociendo en todo lugar del mundo por mor de la todo poderosa Internet divulgadora, por donde ahora se difunde. Me gustó ser yo el transmisor y quien ahora lo lleva tan lejos, más de lo que nunca pude pensar. Sobre todo me agrada los que lo hacen en Centros de descendientes de hispanos en Argentina, Méjico, Chile.
De los que se referían a experiencias personales: Contaré estas dos mías normales entonces:
Volvía de Villabaruz a caballo, de lo que me llevaba allí todos los domingos de mis últimos años de juventud, a una hora avanzada de la noche, sobre la 1´30 h. un estruendo enorme, espantó al caballo y me asustó a mí, era a medio camino, en una noche serena y oscura. Fue tan o más fuerte que un enorme trueno inesperado, siendo que no había nada que lo previera. Pasados unos segundos, con el zas, zas del aleteo, pude comprobar era una bandada de avutardas, que se habían echado a volar desde el mismo borde del camino, al verlo con la poca luz que provenía de las estrellas y a nivel por encima del horizonte, pude calcular que eran una 40 – 50 avutardas. Entonces muy abundantes en aquellas zonas y sin prohibición de ser cazadas por los autorizados. Y alguna más por cualquiera si estaba aliquebrada, no se hacían curas de emergencia como ahora, y reserva absoluta por estar en peligro de extinción. Para quienes no las conozcan debo decirles, que es el ave más pesado del mundo que vuela, nosotros cogimos una en aquellos tiempo que pesaba 15´50 Kg, pero las había mayores, creo que el máximo estaba en 20 kg. Por eso al iniciar el vuelo hacen un ruido espantoso, ya en vuelo no más que cualquier ave grande. Motivado por el progreso actual, hace desaparecer animales que entonces nos invadían.

avutarda
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Otro hecho, originado en el mismo recorrido y cuando el regreso le hacía en bicicleta: Una noche con una luna que hacía parecer de día, en los últimos días de septiembre, al pasar por una finca de viña, propiedad de un familiar cercano a mi padre, por lo que casi me sentía compartirla, finca que casi lindaba con los límites con la provincia de Valladolid, un presentimiento me hizo pensar que aquella luna hacía una invitación a “entrar a por uvas”, y esa intuición, me decía que la oferta no solo era para mí, sino que dada la madurez de las uvas, podían existir otros invitados furtivos.
Tenía yo 25 años, nunca fui cobarde, aquí lo demostré, me apeé de la bici y entre en la viña, siguiendo esa intuición, aun que nada se movía. De repente dos pastores con sus respectivos perros saltaron de su acurrucamiento y echaron a correr, cada uno de ellos llevaba el zurrón lleno de uvas que les impedía la carrera y acompañados por dos perros cada uno, les seguí, con el peligro que aquello tenía, hasta dar alcance a uno de ellos, le dejé con la mercancía que llevaba en el zurrón y además de reprochar su comportamiento le exigí: “Tienes que ir a ver a mi padre y resolverlo con él”. Era la época en que las ovejas dormían en el redil provisional en el campo y los pastores con ellas. Tenían sus chozos para guarecerse. Este pastor hacía unos años había estado contratado como pastor de nuestro rebaño, era por tanto bien conocido de mi padre, ahora trabajaba en ese pueblo próximo de Valladolid.
Cuando al día siguiente se lo conté a mi padre, me reprendió diciéndome: “¿sabes el riesgo que has tenido? Si en vez de correr tú tras de ellos, mandan a sus cuatro perros contra ti, hoy podrías no estar. Ni ellos ser descubiertos, ni saber quién te había producido el mayor daño”. Reconocí mi ingenuidad e inexperiencia, prometiéndole actuar en otra ocasión con la prudencia que aquí me faltó.
Al día siguiente se presentó el pastor ante mi padre, le censuró su conducta y lo resolvieron amistosamente, disculpándose el pastor muy sinceramente de su proceder, que lógicamente se lo endosó a su compañero diciendo, que casi le obligó a acompañarle, verdad que no discutieron ni comprobaron. Mi padre se lo hizo saber al cuñado a cargo de quien estaba la viña, propiedad de otra hermana que vivía en ese pueblo Tamariz de Campos. Y al guarda que se ponía por aquellas fechas, durante el periodo que había riesgo de robos de las uvas, era eventual y su vigilancia no era constante ni de día ni de noche. Tenía también un chozo para poder permanecer allí las 24 horas, si fuera necesario y oculto. Pero estaba en el centro de los viñedos, esta viña estaba a un extremo. Le cobró al pastor 50 pts. que se las dio al guarda, ya que de esas “pilladas” a los furtivos, se nutría lo que cobraba. A más de uno fijo de 260 pts./ mes. Era un incentivo para que su labor fuera eficaz. Será una novedad para los lectores de ahora, conocer cosas como estas, acostumbrados a que todo en este momento este contratado, garantizado, suscrito y cotizando .
Me permito añadir el final de esta persona, por el dramatismo que representó.
Unos 20 años después y estando de pastor en Mayorga de Campos, al pastorear por el campo, alguien observó que aquel atajo de ovejas estaba sin pastor, dado que entraban en sembrados y estaban abandonadas, dio aviso al pueblo para recogerlas y ver qué le había sucedido.
Después de varias pesquisas y búsqueda, le hallaron ahogado en una poza en el cauce del río Cea, se observó que tumbado en el borde, estaba pescando cangrejos a mano, tenía ya algunos recogidos en recipiente, al inclinarse más para llegar a mas profundidad, se cayó hacia abajo quedando invertido, aun que era poco el agua, al quedar cabeza abajo no pudo salir. Si el hecho conmocionó a todo el pueblo y los demás de la comarca, la noticia que vino tras de esta desgracia, la aumentó.
¡Me hubiera gustado no terminar mi relato con esta durísima desgracia”.

Francisco Delgado Sahagún

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Showing 4 comments
  • fradesa@ono.com'
    Francisco Delgado Sahagún
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    Al decir “durísima desgracia” me refiero a que: Pasado un tiempo la esposa comprobó estaba embarazada, el médico que la examinó, con los datos que aportó ella y la fecha en que nació el niño, concluyó que: “ engendró y se ahogó el mismo día”.

  • jlrodriguez@ava.es'
    José Luis Rodríguez
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    Paco. Está claro que antes los campos estaban más transitados, tanto de día como de noche. Los antiguos concejos de estos pueblos (luego ayuntamientos) se encargaban de contratar guardas (de campo, de viñas, de ganado) para vigilar que personas y ganados no robaran o estropearan las cosechas. Para las viñas, que estaban concentradas en algunos pagos concretos, el concejo también fijaba los días precisos en los que se podía vendimiar.

  • tamapotes@gmail.es'
    M. Ángeles de Benito del Olmo
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    Si que termina tu relato con un tremendo drama.Pobre hombre.
    Pero en cuanto al ladronicio que sufrian las cosechas en nada se ha mejorado. Muy al contrario se ha ido a peor. Si en aquellos tiempos se pillaba al amigo de lo ajeno se podía reclamar justicia o compensación. Y si el dueño aplicaba algún castigo al ladrón no pasaba, como ahora, a ser el delincuente.

  • anamaria1914@hotmail.es'
    Ana Maria
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    …Historia con tragedia Paco, …pobre vida la que vino al mundo…..aunque todo era muy diferente a ahora…..eran otras formas las que habían, otro respeto, otro todo….en fin ojalá no sufriese, me ha recordado la historia de June, este niño que ha caído en el pozo también…..tragedias que si las cosas estuviesen bien arregladas, no sucederían.

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