Hace más de 40 años, iniciamos amistad con otro matrimonio que nos encontramos en León cuando llegamos, procedían de nuestra misma tierra, pueblos Castellanos de Campos. Ambas esposas, nacidas en Villabaruz de Campos, nos han acentuado esa amistad, que hemos mantenido en todo ese tiempo. Ese largo periodo, me ha permitido conversar con él, de su vida joven y también de su primera profesión, actividades y aficiones.
Por el interés que creo tienen su profesión de mulero de las barcas que navegaban por el Canal de Castilla, y después como barquero de las mismas, y en su último periodo en esa ocupación como el «primer barquero que se desplazó con barca de motor«, me vais a permitir os la relate:
Nació en Grijota de Campos Victoriano del Olmo Quintano, el año 1927. Justamente el mismo año que la Confederación Hidrográfica del Duero, se fundaba para hacerse cargo de la explotación de ese canal, hasta esa fecha en manos de empresas privadas, principalmente de transportes.
Dado que era hijo y nieto de barquero y escluseros en el canal, su dedicación pronto se dirigió hacia esa actividad, y a los 14 años ya se ocupaba de arrear y cuidar al equipo de mulas que tiraban de la barca, dos años después ascendió a la responsabilidad de dirigir la barca, pasó a ser barquero. En esa actividad permaneció hasta que el año 1950, previa la interrupción de los dos años de mili. En ese tiempo, se sustituyeron las barcas arrastradas por mulas a las propulsadas por motor, lo cual supuso una gran transformación en el transporte por el canal. En sus muchas anécdotas ocurridas en esos viajes, que dice duraban unas 6 jornadas, desde Alar del Rey hasta Medina de Rioseco, si la desviación que se hacia en el Serrón, se dirigía hacia el oeste, o a Valladolid, si la dirección la tomaban hacia el sur, 153 Km. en la primera, y 142 en la segunda dirección. Una de las primeras consecuencias de la transformación de las barcas fue, que al colocarle en la primera que se puso el motor, que había sido adquirido por el Delegado del Gobierno en la Confederación el General de la Torre, y adquiridos en Zarauz, al salir hacer la prueba o inauguración desde la Dársena de Valladolid, al llegar a la exclusa 42, quienes lo experimentaban, no veían forma de darla la vuelta para regresar a Valladolid. Como tampoco podían bajar de ella en ese lugar, empezaron a actuar con gran precipitación, tuvieron que pasarle aviso a nuestro barquero, para que se presentara de inmediato, para solventar el problema y poder regresar. Tiempo este, que tuvieron que estar esperando en ella sin bajarse. Su experiencia anterior con las mulas, le fue imprescindible para conseguir el objetivo perseguido y así regresaron. En ese momento dice que el Delegado presente en la inauguración, le nombró ya el primer encargado del manejo de la barca inicial, después se montaron otras 2 ó 3 barcas.
Dejaron de usarse las barcas, en el año 1959, ya que los transportes, ocupación principal a la que se dedicaron, ya eran sustituidos por los camiones, por la competencia de estos, en la prontitud en el trasporte, como en que depositaban la mercancía en el punto exacto al que iba destinada, cosa que no hacían las barcas.
Añadiré el salario que cobró en sus años de actividad en el canal. En los dos años de mulero de barca, su salario diario era de 3 pts. Y en el año 1953 y ya manejando barcas de motor, su sueldo total era de 600 pts. al mes, y eso por que se acumulaban a él, los incentivos por kilómetros recorridos, de 0´10 pts/km y algo de lo que ahora se llaman dietas o desplazamientos, con todo ello el salario era tan irrisorio como nos representa ahora. Teniendo en cuenta esos salarios, hay que advertir que si sucedía por algún contratiempo, que una mula del arrastre de la barca cayera al canal, que sucedía con alguna frecuencia, si se sacaba, nadie se enteraba, pero si como consecuencia de ello moría, el mulero era sancionado muy duramente, incluso haciéndole un descuento en el cobro del salario, o castigándole con un traslado. Cuando la Confederación se hizo cargo de la explotación del canal al inicio en 1927, a todos los empleados les contrató y a los escluseros les dotó de uniforme de pana, al estilo de los guardas jurados y con gorra de plato.
Después de aquella actividad, fue esclusero varios años en el Serrón, donde se produce la bifurcación del canal hacia Valladolid y hacia Medina de Rioseco, y en los últimos 32 años de actividad fue encargado de la Confederación en canales de riego del rio Órbigo en Carrizo de la Ribera, donde se jubilaba el año 1991, ahora disfruta de su bien merecido descanso laboral o jubilación.
Me quedan muchas cosas interesantes y anécdotas que él me ha contado, de aquella actividad y recorridos, que tendré que volver en otra ocasión para contarlas, merecen la pena.
¡¡¡Es la nostalgia que nos produce a todos los que vivimos aquella época y en los pueblos por los que pasaba el Canal de Castilla y sus barcas, como es Castil de Vela!!!