Voy a seguir reproduciendo aquí las historias y relatos que se contaban en «la solana», de Castil de Vela.
Algunos exponían allí sus anécdotas con buenas dosis de exageración y mucho de inventado. También se contaban hechos reales que tenían su peculiaridad, del que me voy a ocupar aquí es uno de ellos. Lo que voy a contar aquí es verídico y totalmente contrastable.
Era el Sr. Felix el dueño de una pequeña tienda y la única cantina que había en el pueblo, en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX.
Decían de él que era un hombre bondadoso y de buen carácter, tenía dos características muy particulares, una le daba el apelativo que le añadían al nombre por su incontinencia. La segunda, su capacidad de dormirse, se decía que lo hacia en cualquier lugar y circunstancia, aun en las más inverosímiles.
La tienda que regentaba le obligaba a ir a Palencia todos los meses para adquirir en los almacenes de coloniales, (que así se llamaban), los productos necesarios para el mantenimiento de su pequeño negocio. La distancia entre ambos puntos del recorrido ahora es de 42 Km. entonces que se iba por caminos 33, se pasaba por Capillas, Castromocho, siguiendo a continuación, casi en su totalidad la actual ruta de la carretera.
Contaban quienes le vieron, que salía con la mula y el carro, entoldado y con espacio añadido al fondo para aumentar su capacidad y antes de traspasar los límites del pueblo ya iba dormido y no se despertaba hasta que la mula, bien amaestrada, paraba ante el lugar de destino y allí, alguien que le veía llegar, se convertía en su «despertador».
Una vez cargada toda la mercancía y al día siguiente, se reproducía la escena pero a la inversa, en el retorno al pueblo.
Parece ser que en verano, frecuentemente hacia el viaje de ida y vuelta en el día, madrugando mucho y trasnochando. Esto le hizo decir, tendría que quejarse a quien le ponía de cara al sol a la ida y a la vuelta.

Otra de las muchas anécdotas que se contaban de él, fue:
En una reunión familiar, a la hora de repartir los lugares para el descanso nocturno, no había lugar para todos, ante ello se decidió en secreto, que una moza compartiese cama con él, una vez acostado este. Ella, dicen que puso muchos reparos a la propuesta, que al final aceptó, pero pronto se despejaron, al ver la profundidad del sueño de su compañero de cama.
Al día siguiente cuando se lo hicieron saber, con mucho de «picardía», dicen que protestó a la chica que no le hubiera avisado: ¿¿Por qué no me despertaste??,
Otro hecho que se contaba de él, era que siendo joven y ya con esa facilidad para dormirse, en una víspera de la fiesta del pueblo, quizá para pasarla con alguna garantía de que no le iba a traicionar el sueño, fue él quien se acostó para dormir una buena siesta. Se hizo mas larga de lo previsto y en su casa decidieron dejarle hasta el día siguiente, pues nunca habían experimentado la duración de su sueño, ya que las ocupaciones se lo impedían. Llegado éste día sin despertar, quisieron saber cuanto era capaz de resistir durmiendo, nadie sospechaba que aquello duraría más que unas horas del día principal de la fiesta. Se alargó imprevisiblemente, la familia dejó se despertara solo y cuando esto sucedió habían pasado los dos días y medio fiesta. Una mala faena, que sucedió, sin que nadie previera el daño que le ocasionaban.
Parece que el enfado que tuvo, al ver que se había perdido toda la fiesta fue enorme y debemos pensar nosotros que más que justificado. Fue una mala forma de comprobar la facultad no deseada por él, para caer en los brazos de Morfeo. Todos se debieron sentir arrepentidos de un suceso nada o mal calculado.
He tenido ocasión recientemente de contactar con un nieto del protagonista de esta historia contada aquí y me ha sorprendido con la información que me hace y que yo desconocía, que su abuelo utilizaba con frecuencia la siguiente expresión, «al que está dormido se le deja», esto daría alguna explicación a los hechos comentados, que quizá no fueron tan fortuitos e imprevisibles.

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